Hoy jueves 23 de enero de 2019, aproximadamente a las 11:00 am me encontraba trabajando en la oficina y como siempre pensaba en estrategias comerciales, diseños estructurales y métodos para seguir combinando el arte con la ingeniería. De pronto una alerta apareció en la esquina inferior de mi ordenador, la alerta decía: ¡Tragedia en Villa el Salvador!… es esa pequeña alerta de noticias y propagandas que en algunos de los casos, si no es siempre, muchas veces son mentiras y sensacionalismos, razón por la cual decidí no hacerle caso, sin embargo minutos más tarde ya no era una alerta eran varias y todas recitaban parafraseadamente: … ¡Tragedia en Villa el Salvador!… Esta vez decidí darle clic y apareció un vídeo aficionado que mostraba la explosión de un camión de combustible, instantáneamente maximicé la pantalla del ordenador y entre en google chrome y fui a la página de RPP para escuchar la acostumbrada transmisión en vivo y efectivamente explicaban que una serie de explosiones se venía aconteciendo en Villa el Salvador, en un lapso de 15 minutos todos los medios de comunicación televisivos y radiales transmitían la tragedia y advertían que el desastre ya había cobrado una valiosa vida.
11:15 am, seguía en la oficina escuchando con mucha tristeza el desarrollo de los acontecimientos hasta que nos empezaron a informar que producto de las explosiones en cadena ya existían más de 40 heridos y que los bomberos y miembros de la Policía Nacional se encontraban ya en la zona de la tragedia, tratando de controlar las explosiones. Los heridos estaban siendo evacuados a diferentes nosocomios de la ciudad, muchos de ellos presentaban quemaduras en diferentes grados, acto seguido se informó algo que me llevó a un estado de alerta y de gran impacto, se nos informaba que parte de los afectados de las explosiones era Niños los cuales sería evacuados al Instituto Nacional de Salud del Niño-INSN, en el distrito de San Borja, algunos de los pequeños presentaban alto porcentaje de quemaduras en sus indefensos cuerpos. En RPP nos indicaban que se necesitaban donantes de sangre, el pedido se complementaba con la opinión de un Profesional de la Salud, el cual explicaba que una persona con quemaduras requiere transfusión de sangre. Esto para poder terminar de comprenderlo los podemos complementar con lo que afirma Alexander J. Indrikovs-Director, Blood Bank Division-Texas.
“La pérdida de glóbulos rojos en casos de quemaduras es difícil de estimar. La pérdida de sangre puede ser expresada como un porcentaje del volumen sanguíneo basado en el porcentaje de la superficie corporal quemada. Cada un 1% de quemadura corresponde a una pérdida sanguínea de 2.6% en adultos y 3.4% en niños”
11:20 am, en RPP seguía repitiéndose el llamado: “Se necesitan Donantes de Sangre”…
11:25 am, seguía sentado en la oficina… esta vez ya no pensando en estrategias de negocios, por el contrario mi mente pensaba en aquellos Niños, indefectiblemente mi cerebro comenzaba a mostrarme imágenes de la tragedia y del dolor de aquellas personas en esta hora. Luego en mi mente se extrapolaron la ubicación de mi Hijo (en la ciudad de Lambayeque dentro de su habitación viendo la tv), con el Distrito de Villa el Salvador, llevándome a la conclusión de que en el accidente podría a ver estado él… Por un momento aún no analicemos las causas que ocasionaron el accidente (no digo que no sea importante, pero ahora para mí no era lo neurálgico), simplemente pensemos que podría haber pasado fuera de tu casa o de mi casa…de nuestras casas.
11:30 am, los noticieros mostraban en el cintillo inferior de los videos la frase: “Se necesitan Donantes de Sangre en el Instituto del Niño”…
11:35 am, no pude más, instantáneamente me incorpore de mi viejo sillón y decidí ir al hospital, deje los programas y los textos y fui por el saco y salí de mi pequeña oficina. Camino al hospital, pasé por casa rápidamente por un polo y zapatillas y me dirigí al Instituto del Niño ubicado en San Borja.
Camino al Instituto del Niño, me puse los audífonos y sintonicé RPP y más tragedia se sumaba a mis oídos: Una pequeña acaba de fallecer producto de sus quemaduras, Yo apresuraba el paso para poder llegar al instituto, el tráfico entra la intersección elevada de la Av. San Luis con Javier Prado, hoy parecía más cargado, quizá por las ansias de querer llegar al Instituto, el sonido de ambulancias se escuchaba por la avenida Javier Prado, ellas tratando de abrirse paso por nuestro tan docto y solidario parque automotor.
Por fin llegué a la estructura, y me aproximé a la rejas de color crema que bordean el Instituto del Niño, allí resguardaban la entrada sendos personajes de seguridad con los ceños fruncidos quizá por los ruidos y la tibieza del clima limeño. Saludé y manifesté mi presencia ante la convocatoria para donar sangre, instantáneamente el Señor de seguridad dejo la seriedad y con una media sonrisa de asentimiento corrió rápidamente la reja sobre sus rodajes, permitiéndome el ingreso no sin antes decirme que siga en línea recta luego voltee a la izquierda y suba al segundo piso y busque el counter de donación en el banco de sangre.
Me proyecté por entre los edificios del instituto y levanté la vista y pude distinguir un helipuerto en la parte superior de la edificación, seguí la indicación e ingrese en el edificio y pregunté dónde están donando la sangre para los heridos de… antes de terminar me decían donde era: “suba directo y gire a la izquierda”… al poco rato me encontraba frente a un mostrador con unas 10 personas entre médicos y asistentes, conmigo estaban otras 5 personas con el mismo objetivo que Yo. Saludé y manifesté mi intensión a cambio recibí un gesto de asentimiento y agradecimiento por querer donar el fluido, seguidamente me dieron una tableta de madera con unas dos hojas con un test para datos personales y preguntas necesarias para la evaluación y ver si era apto para donar. Recibí los documentos y me aleje del mostrador hacia una de las paredes, mientras tanto las demás personas hacían lo mismo por diferentes lugares.
Intempestivamente empezó a llegar mucho más gente, en cuestión de minutos ya éramos 20 , luego 50, algunos con sus uniformes, desfilaban hacia el mostrador, habían madres de familia, motociclistas, empresarios, ejecutivas, doctores, enfermeras… la pequeña sala de espera empezó a llenarse mientras algunos de nosotros éramos llamados para la primera evaluación, así fue como escuché mi nombre y pase a una sala pequeña, conjuntamente con otra persona, allí nos esperaban dos enfermeras, las cuales nos pidieron tomar asiento y nuevamente nos agradecieron la intensión de donar sangre, luego me pincharon el dedo mientras preguntaban amablemente si había donado anteriormente, además me indicaron que podía hacerlo cada tres meses, haciendo hincapié que los pequeños del hospital “siempre necesitan de sangre durante sus procesos de atención”.
Al salir de la sala, el número de personas se había duplicado, yo no suelo estar donde hay poco espacio por la falta de oxigeno, pero pude apreciar que la gente estaba muy dispuesta e incluso ahora los colores de uniformes se había incrementado, dentro de ellos resaltaban el amarillo y rojo de un grupo de salvavidas, habían también los camuflados de color verde del ejército, policías y un Señor de edad que manifestaba ser bombero y que venía a donar de su sangre para los niños. Con toda esa cantidad de gente, las personas eran organizadas en filas para darles los formatos, se incrementó el número de personal en el Instituto, llegando más doctores y enfermeras.
A mí me tocaba esperar el análisis, para ver si era apto o no para la donación, me encontraba en los límites de la sala, mirando lo que pasaba, las personas comentaban la tragedia y mostraban en sus teléfonos algunos videos de aficionados, en los cuales se apreciaba como la explosión siguió una ruta aparentemente en línea incrementándose y envolviéndolo todo a su paso, causando estruendo y el pánico de las personas que pasaban por la calle Viña de Mar.
Luego escuche mi nombre en medio de mucho murmullo y me invitaron a pasar a otra pequeña oficina, allí me esperaba un joven doctor, el cual me sonrió e hizo dos o tres preguntas personales, finalmente me pidieron firmar y huellar un documento, adicionalmente me agradeció la donación de sangre y me proporcionaron una botella con agua, y me indicaron que debía beberla toda antes de la extracción del fluido venoso.
Salí de la oficina y se me pidió pasar por un pasadizo hasta llegar a la puerta de otra sala, había dejado la sala anterior para pasar a la sala de extracción, En el pasadizo mientras esperaba mi turno, pude apreciar una sala llena de muebles o sillones de color azul y turquesa, aparentemente muy cómodos, similares a los sillones de los odontólogos, las personas eran llamadas por orden de expedientes los cuales a esta hora ya se habían apilado en sendos grupos, antes de que ingresáramos en orden de llegada a la sala, se nos pedía que nos lavemos con jabón desinfectante (infiero que eso salía de la espuma contenida en un dispensador anexo a un lavador de manos instalado aledañamente a la sala), desde las manos hasta los antebrazos. Tanta era la cantidad de personas que los dos contenedores grandes de residuos, instalados fuera de la sala, se colmataron rápidamente, uno de papel secante y el otro de botellas plásticas para agua, el personal de limpieza ante el llamado de los médicos llegó con celeridad y procedieron a evacuar los residuos en unas bolsas color rosado.
Las personas que pasaron a la nueva sala, la cual era un poco más grande que la sala inicial de registro, eran evaluados por un doctor y enfermera, las cuales nuevamente agradecían la donación con una sonrisa y posteriormente en función, creo que de cómo se veían sus venas (infiero el diámetro transversal), te derivaban o a donar sangre o plaquetas. Después de esa evaluación para aquellos que donaba plaquetas eran literalmente conectados mediante cánulas e inevitablemente agujas con sumo cuidado a las partes laterales de dichos muebles, en donde habían equipos, perillas y botones de color azul empotrados en una pequeña estructura blanca, esas perillas no dejaban de girar, por encima de los botones habían unos monitores medianos de computador los cuales mostraban en pantalla una especie de tres compartimentos virtuales, pude apreciar que en uno de ellos subía de nivel con un color amarillo, indicando una serie de valores, infiero yo, era el nivel de plaquetas, ese proceso de extracción según lo que pude observar demoraba entre 15 a 30 min, incluso los donantes se quedaba dormidos.
Para los que donaban sangre la cosa era más sencilla de la misma forma mediante cánulas y agujas se extraía el fluido venoso en una especie de bolsa con bordes semiesféricos con sumo cuidado, pero el tiempo era mucho más corto, 10 minutos a lo mucho.
Cuando estaba en el pasadizo de espera, pude ver que una joven muchacha de contextura liviana, llegó acompañada de su padre, ella quería donar de su sangre, y ya había pasado los dos primeros controles, finalmente fue llamada a la sala de los sillones cómodos, la evaluaron y la derivaron a la donación de sangre, procedieron a intervenirla con mucho cuidado y su sangre empezó a fluir desde ella hacia una bolsa especial, a los 7 minutos aproximadamente la joven empezó a marearse y se puso de color muy pálido y ello llamó la atención de los médicos y enfermeras, los cuales en todo momento monitoreaban a todos los intervenidos, una enfermera trajo alcohol en un dos algodones y procedió a quitar la aguja y la cánula del brazo de la joven, ante lo cual ella manifestó que no lo hiciera porque quería terminar su unidad ya que a eso había ido. La enfermera amablemente le sonrió y le dijo que ya no era posible y procedió a reclinar el respaldar de su sillón de color azul hasta alcanzar los 180° grados, pidiéndole a la joven que se recostara y que permanecería en observación y verían como evolucionaba. La joven en todo momento manifestaba que se encontraba bien y que no eran necesarios los cuidados las enfermeras insistieron e incluso la acompañaron a ver a su Padre el cual la esperaba en la sala de registros.
Después llegó un joven de unos 26 años (pienso) y mientras esperábamos en la fila, me comentó que era médico veterinario y que había escuchado de la convocatoria en un taxi mientras se dirigía a participar de una conferencia en una Universidad con rumbo opuesto al Instituto, él escuchó el llamado realizado a través de las diversas radios en donde indicaban la urgente necesidad de donantes de sangre en el Instituto del Niño. Este joven le pidió al taxista que diera la vuelta y lo llevase al hospital, el me comentó que aquellos niños podrían haber sido uno de sus hijos y que sintió la necesidad de ayudar pero accionando, por esa razón ya estaba allí en la lista de espera para pasar a la sala de los sillones cómodos.
A mi costado izquierdo había una Señora la cual por teléfono se comunicaba con su esposo pidiéndole que no se preocupe, que llegaría pronto a verlo, que no pasaría nada con donar de su sangre, que era un procedimiento muy seguro y rápido y que pronto lo alcanzaría en el club para ir a la piscina.
Al frente de mi visual habían dos Señoras, una de ellas según lo que alcancé a leer en su polo color celeste, se decía ser instructora de natación y la otra señora estaba con un short de color negro y polo corto, creo que sin temor a equivocarme eras de aquella personas que suelen siempre correr por el Pentagonito, ella manifestó que escuchó la convocatoria mientras corría y decidió cambiar su ruta y se dirigió al instituto del Niño.
Luego llegó un muchacho con anteojos, con sus libros en mano, era estudiante universitario y nos contó que con sus compañeros se pasaron la voz por redes sociales y ellos también se preparaban a venir y que el llamado era general en redes.
Había una Señora de traje ejecutivo que se acercó a la puerta y nos preguntó si habían llamado a nuevas personas ya que habían pasado varios minutos sin que llamaran a alguien, ella nos contó que aprovecho su hora de almuerzo para venir desde su trabajo a donar su sangre por los niños. Luego entraron varios médicos al pasadizo y manifestaron que fuera del hospital había gran cantidad de gente esperando para donar sangre y que la pequeña sala del banco de sangre ya no se daría abasto. La orden fue de que habilitaran el auditorio del Instituto del Niño, para poder recibir a más donantes, bueno todos nos quedamos sorprendidos, pienso que instantáneamente o interiormente nos alegramos ya que la respuesta de la población en Lima había sido muy positiva.
Luego escuché mi nombre y levante la mano, me preguntaron si ya tenía los brazos lavados, les manifesté que sí y me pidieron que ingrese, evaluaron mis venas y me destinaron a la donación de sangre, les confieso que yo quería ir a los aparatos que giraban, pero bueno esta vez no me tocó, tome asiento en un sillón cómodo elevaron mis pies sobre la parte inferior del sillón y me pusieron una pequeña liga en el antebrazo, listo después, me hice el ciego o creo miré a la puerta, la gente que me conoce sabe que no me gustan aquellos tubos huecos de poco diámetro, llamados agujas, bueno no había vuelta atrás, ya estaba allí y quería donar sangre para los Niños que pudieran necesitarla, ahora que lo pienso, en realidad esa era la consigna de todos los que estábamos allí, de todos los que habían dejado sus casa, labores, trabajos o vacaciones. Estábamos allí por los Niños, no habían bandos, no habían diferencias, no habían peleas ni posiciones, no habían falsas intenciones, porqué en ningún momento llegó la prensa a registrar algo, por lo menos hasta ese momento no habían cámaras, de manera que nadie quería figurar ni salir en el periódico, simplemente habíamos ido a donar sangre porque sabíamos que 8 Niños peleaban por su vida en los pisos superiores y seguramente en otros hospitales ocurría lo mismo.
La desgracia nos unió, la respuesta de pueblo fue positiva, entonces me pregunto, no estamos tan mal como en ocasiones se nos dice, no entraré en coyunturas pero hoy 23 de enero de 2020 decidí salir de la oficina para ir ayudar a quien lo necesitaba, es claro que una unidad de sangre no va a cambiar el Perú ni mucho menos el Mundo, pero hoy fuimos una pequeña sola fuerza en el Instituto Nacional de Salud del Niño-INSN, seguramente así fue en los demás nosocomios y que bueno por eso.
Hoy fuimos un solo color, hoy fuimos una sola procedencia, hoy fuimos una sola instrucción, hoy fuimos un solo oficio, hoy fuimos una sola carrera, hoy fuimos una sola vena, hoy fuimos hijos de un solo Dios, hoy fuimos UNA SOLA SANGRE.
Después que pasaron 10 minutos de reposo me levante y me fui… baje por donde había entrado y ahora me encontré con la sorpresa que había una larga cola desde las escaleras hasta la gran reja crema en la parte exterior y fuera de las rejas había aún mucha más gente con la intensión de donar.
Recordemos que podemos Donar una Unidad de Sangre cada 3 meses, por alguien que la necesita, no olvidemos nunca que hace muchos años Un Joven de 33 años donó toda su Sangre para que Tú y Yo tengamos vida.
Hoy me alegro de haber salido de mi pequeña oficina.
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